jueves, 11 de octubre de 2012

Sobre otra revolución menstrual: el sangrado libre



Lo primero que me vino a la mente cuando leí un post sobre el sangrado libre, fue una chica con las piernas ensangrentadas de una playa menorquina que conocí a los dieciséis años. Unos microsegundos más tarde, el post ya tenía como banda sonora la mítica canción de La sequera de Albert Pla. Pero lo que descubrí ese día iba mucho más allá. El sangrado libre era más que menstruar sin productos de higiene íntima, era aprender a reconocer las sensaciones que nos indican que el útero quiere expulsar la menstruación y de este modo, poder evacuarlo donde queramos. Es decir, revelaba que aprender a no necesitar pañales menstruales era posible.
Probablemente la lectura de ese post no hubiese tenido más repercusión si la que os escribe no hubiese estado sumida en un viaje personal y profesional al ciclo menstrual y a las etapas vitales de la mujer. Parte del viaje consistía en respetarme los ritmos de cada fase del ciclo, así que durante los primeros días de menstruación solía estar en casa poniendo la atención en mi cuerpo y en mi misma. En esa época estaba fascinada con todo lo que estaba aprendiendo con la copa menstrual, que me desvelaba los misterios de la sangre menstrual y me obligaba a meter los dedos dentro de la vagina y a utilizar la musculatura genital para sacármela.
Así que empecé a experimentar sin copa mientras estaba en casa. Lo que descubrí cambió totalmente mi relación con la regla. Poco a poco, fui fijándome en los momentos en que aparecía el sangrado y en los movimientos y sensaciones estaban asociados. Fue un aprendizaje pausado y muy poco activo, sencillamente ponía la atención en la menstruación, reconocía sensaciones, probaba movimientos intuitivamente y la información se relacionaba sola. A día de hoy, sólo utilizo compresas de tela para evitar alguna pequeña mancha y la copa cuando salgo y sé que tendré que estar pendiente de otras cuestiones que me impedirán prestar atención a mi cuerpo.
Básicamente, lo que se aprende con el sangrado libre es a escuchar el bajo vientre y a mover voluntariamente la musculatura para expulsar la menstruación del útero. De este modo, el sangrado libre tonifica la musculatura genital y nos hace aprender a moverla a conciencia, lo cual tiene muchos beneficios a nivel de salud: disminución del dolor menstrual, aumento del placer sexual y los orgasmos y mejora del parto. También evita los efectos secundarios del uso de productos de higiene íntima (entre otros, el choque tóxico y los problemas de hongos e infecciones por el debilitamiento de la mucosa vaginal derivados del uso de tampones y compresas). Evidentemente se trata del método más económico, ecológico y saludable que existe.
Finalmente, nos obliga a bajar el ritmo y a centrar la atención en nosotras mismas ya que durante los primeros días evacuamos a menudo. De hecho, la tranquilidad y el recogimiento es el estado que corresponde a esta fase del ciclo menstrual, así que el ritmo que requiere el sangrado libre ayuda a respetarnos las necesidades propias de esta fase y a conectar con nosotras mismas.
Artículo publicado en el semanario La Directa
Autora: Anna Salvia
Traducción: Yaiza Blanch
Ilustración: Juliana Montañés

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